Despidiendo el rol de víctima

Hace unos años escribí el artículo que hoy les comparto, en una web que tuve, ya desaparecida. Me pareció una buena idea compartirlo de nuevo acá, puesto que este tema está siempre vigente en nuestros medios y es un asunto bastante frecuente entre la gente que acude a mi consulta o talleres. Me gusta iniciar con este procedimiento cada vez que asumimos un proceso de sanación integral, porque significa quitar un gran peso de encima, nada más empezar.

“Recientemente participé en una ceremonia virtual/real colectiva que llevó a cabo una terapeuta estadounidense  que conocí a través de Internet, y quién como yo, es practicante de medicina chamánica inca. Su idea es realizar un “Despacho” mensual durante las lunas nuevas de todo un año para trabajar sobre algún tema interior.Rápidamente me uní a la invitación. Un Despacho es un ritual andino que consiste en realizar una ofrenda a la Madre Tierra cuyo contenido va cargado de peticiones, vibraciones y agradecimientos, es un intercambio energético por las gracias que le estamos solicitando. Luego, esa ofrenda se quema. Pues bien, esta compañera ofreció el despacho de la luna nueva pasada a la liberación del rol de víctima; dado que llevo leyendo algunos de sus escritos asiduamente y disfrutando de su sabiduría y buen corazón, la idea me pareció estupenda.

Quién más quién menos, lleva una víctima en su interior. Todo aquél diálogo interno que tengas respecto al mal que otros te han hecho o te hacen diariamente, o a lo mal que la vida te ha tratado o te trata, o respecto de tus carencias o falta de oportunidades, todo aquello que suscite en ti la autocompasión, el “pobre de mí” (consciente o inconscientemente) proviene de la voz de tu víctima interna. Escúchala especialmente debajo del resentimiento.

Suelo ser más consciente de este rol que desempeñamos, desde que justamente me inicié en esta medicina nativa. No obstante, a medida que uno crece, comprende y arroja luz a sus lugares oscuros internos, su incidencia se hace cada vez más sutil, digamos que la víctima interna hila más fino y hasta puede pasar desapercibida.

De modo que rauda y veloz me puse en estado de “búsqueda y captura” de todos aquellos resquicios de actitudes internas, patrones, pensamientos, creencias y obtusas ideas acerca de mi papel de víctima en distintos temas y relaciones de mi vida y participé en la ceremonia a la distancia, dentro de mi espacio sagrado.

Ya una vez trabajé sobre el rol de víctima en una ceremonia grupal, la diferencia en este caso, es que iba a concentrarme exclusivamente en ese aspecto de mi psique y no en otra gran cantidad de cosas (como fue en esa ocasión), por lo cuál mi intención esta vez apuntaba al rol como un rayo láser.

La hechura del ritual y los entresijos del mismo, no es lo que quiero exponer (tampoco es lo más importante dado que se puede realizar de mil modos distintos), sino el resultado de este enfoque: una gran liberación, tan profunda, que casi llegó a dolerme físicamente, seguido de una expansión del corazón como hace tiempo no experimentaba, casi me desmayo, me quedé extasiada largo rato (ese día comimos una basofia porque no atinaba ni a cocinar algo decente jeje!). Acto seguido pude escribir en mi diario toda la comprensión interna que me llegaba y a día de hoy, cada vez que lo releo me vuelvo a emocionar (mi alma sabe bien cómo enamorarme ;-) )

Con el paso de los días, mucha más fortaleza e intregridad internas y más comprensiones. Entre ellas una idea que ya conocía pero que no había puesto en práctica: escribir una nueva historia acerca de los hechos, pero esta vez como una protagonista heroica de mis propias aventuras. Ya solía contemplar fases difíciles de mi propia vida desde un punto de vista distinto, como por ejemplo mi divorcio, que para todos supuso un fracaso, y para mi resultó una rotunda y exitosa relación que duró 10 años, accidentes que representaban bendiciones en otros aspectos, “malas suertes” benditas, carencias afortunadas y así por el estilo, pero nunca me había propuesto escribir literalmente una historia….ESCRIBIRLA, que es bien distinto de sólo inventarla puntualmente en mi mente. Y resaltar los dones que he obtenido a partir de ella. Se los recomiendo ampliamente.

Bajo la luz de las nuevas historias, un progenitor crítico que te atormentó con su verbo ácido, te enseñó que con ello se puede hacer daño a otros y te dió el don de la palabra cuidada y compasiva. La pérdida del empleo, te arrancó de la comodidad de depender de otros, para ponerte en contacto con tu infinita creatividad y tu poder de superación. Una pareja que te maltrató te enseñó a cuidar de ti misma/o y a valorar tu vida, tu ser. Tu liberación de una adicción te puso en contacto con otros valores internos y dió sentido a tu vida. Una enfermedad o una pérdida abrió tu corazón compasivo y te motivó a crear un proyecto que te trasciende y beneficia a todos.

¿Cómo podrías transformar tus gastados relatos  de victimismo en historias que representaran el cultivo de tus cualidades más valerosas?

¿Cómo cambiaría el enfoque si en vez de considerarte impotente ante cualquiera de esos hechos, pasaras a ser el poderoso creador de una aventura épica, plena de dones ocultos en medio de los desafíos?

¿Qué pasaría si en vez de ser una víctima de otros, o de las circunstancias, fueras el héroe de tu propia historia, y los demás unos actores de reparto ocupados simplemente en representar la obra de tu vida?

¿Te atreves a darle un nuevo sentido a la vieja trama de tu vida?”

——

Hoy puedo hablar ahora desde el futuro de esta experiencia, dado que han pasado algunos años. La sanación de esos aspectos fue profunda y puedo decir que marcó un antes y un después en mi vida, en mi percepción y en mi conciencia. Vivir sin el sentido de indefensión, de falta de poder, del control ajeno sobre mis sentimientos, no tiene precio…

 ©Rita Páez – http://ReikiEnCastellon.com

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2 comentarios

    • Amparo el agosto 31, 2015 a las 12:31 pm
    • Responder

    Totalmente de acuerdo con la reflexión.
    Como bien sabes, también escribo o mejor sería decir plasmo sobre el papel la comprensinde esas experiencias vividas, y como bien dices me ha surgido varias veces el transformar el rol de victima a heroína de mi propia historiaa modo relato y es tan liberador, tan sanador que se lo recomiendo a todo el mundo.

    1. Tú sí que sabes ;-)

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