Reiki en ti o cómo ser una persona-fuente

Una mañana, nuestro instructor de Pilates en el gimnasio donde voy, nos propuso un corto ejercicio en medio de una clase de relajación. Nos pidió que nos tocáramos a nosotros mismos con las manos, con mimo, especialmente la cara, a modo de caricia.

Acostumbrada como estoy al toque de mis propias manos, sentí de inmediato como el Reiki se activó y disfruté el doble de la experiencia. Sin embargo, lo que era natural para mí, no lo fue para varios de los presentes, que se encontraron curiosamente incómodos con el ejercicio. Me preguntaba por qué.

A mi lado había una chica que no paraba de removerse inquieta siendo que hacía rato que estábamos en “modo relajación” y con las luces apagadas y un entorno de música extra suave. Cuando la clase acabó, el instructor nos pidió a quién quisiéramos compartir nuestra experiencia que lo comentásemos, ella fue la primera en hablar y dijo que todo le produjo nervios, que llevaba mucho estrés encima y que estaba contracturada en distintos sitios.

Aquello me hizo pensar en varias cosas, entre ellas, en cómo podemos ser esquivos a una experiencia de autorelajación cuando más lo necesitamos, y cómo el ocuparnos de nosotros mismos, para algunas personas puede ser un suplicio o cuando menos una experiencia inquietante.

Algunas de las personas que vienen a mis cursos de Reiki, lo hacen con la necesidad de encontrar un método que les funcione para mejorar sus vidas en diferentes aspectos: salud física, relajación, bienestar mental/emocional, etc. Otras varias vienen por la necesidad de aprender algo que les sirva para poder ayudar a otras personas a sentirse bien, entre ellos incluso algunos que tienen una clara vocación de sanadores.

Ambas motivaciones me resultan muy loables, no obstante, especialmente para estos últimos, puede resultar sorprendente que el primer nivel de la enseñanza recalque la importancia del autotratamiento (darse Reiki a sí mismos), por delante de la aplicación del Reiki a otros. Y es que a priori, puede resultar una actitud “egoísta”, ya que ocuparse de uno mismo, en algunas mentes parece estar reñido con el servicio o con el estar “por los demás que tanto sufren”.

De alguna manera, no sé si cultural, o a causa de creencias primarias, hay una tendencia a anteponer el bienestar ajeno por encima del propio, y así me he encontrado con reikistas muy dedicados a dar Reiki a otros pero no a sí mismos (incluso entusiastas colaboradores de círculos de sanación a distancia),  que  luego no entienden por qué se sienten cansados, enfermos, con una serie de conflictos vitales sin afrontar y algunas veces, hasta con su mundo personal literalmente hundiéndose bajo sus pies.  La respuesta es por demás sencilla: no se abastecieron a sí mismos.

En otros casos, darse Reiki a sí mismos, resulta incómodo, aburrido, o algo para lo que “no tenemos tiempo”. Siempre me pregunto a qué podemos estar robándole el tiempo, que sea más importante que nutrirnos a nosotros mismos, siendo que ello es una valiosa herramienta para poder ser realmente eficaces en esas otras áreas de la vida cotidiana.

Me gusta enseñar a las personas que se inician en el mundo del Reiki, la incorporación de un concepto nuevo: aprender a ser una persona-fuente. El Reiki va mucho más allá de ser una simple técnica de imposición de manos, es entre otras cosas, un estilo de vida, una forma de andar por el mundo. De ahí la importancia de incorporar el Reiki en la propia vida, antes de apresurarse a “salvar al mundo”.

Como persona-fuente a través de Reiki, eres una presencia armoniosa, pacífica, nutritiva, y bastante más sana en todos los aspectos. Estás a menudo en contacto consciente con la fuerza que te anima, cuidas de ti. Puede que alguna vez tu vida no esté pasando por el mejor momento, o que incluso estés librando tus propias batallas internas, pero tu fuerza interior, tu luz y toda tu presencia transmite una entereza que ya de por sí es sanadora.

Como persona-fuente te ocupas de ti, eres responsable de tu vida, de tus creaciones y su adecuada gestión, te haces cargo, no vas buscando culpables fuera, no pasas por la vida como una víctima, asumes empoderada/o de tu propia fuerza interna, todo el control de tus actitudes. Es entonces cuando puedes DAR realmente a otros en unas condiciones óptimas y ese es el siguiente paso de la enseñanza en los niveles superiores de la técnica de Reiki.

Cualquier árbol fuerte, grande y majestuoso, se inició primero con una buena base sólida de raíces; el camino del Reiki también se vive metafóricamente de este modo, desde una base estable que siempre radica en el interior del propio reikiano.

©Rita Páez – http://ReikiEnCastellon.com

Para recibir más artículos y tips como estos, suscríbete a las actualizaciones del blog, pulsa AQUI (y no olvides confirmar!!)

****

PRÓXIMAS ACTIVIDADES, VER EN AGENDA

 

Difunde esta información:
Facebook facebook   Twitter twitter   Email email  

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies